sábado, 12 de marzo de 2016

RENEÉ ACOSTA



  
Reiteración de las cosas



los mismos ojos
los mismos labios
el mismo guiño

el padecimiento no tiene medida
ni las gratitudes del amor son cuantificables

somos las mismas ecuaciones repetidas

nadie en el acontecer de las cosas ve
como sus gestos, sus labios, ese guiño
pudieran ser los signos indescifrables
que determinen cruzar el rubicón
o tener tres divorcios

-ese hombre tiene algo fascinante- dice la mujer
ese algo, esa fascinación es la lectura anticipada
de las señales repetidas en los signos invisibles

Sócrates creía en los signos
la mujer que murió de amor creía en los signos
don Isidro el pescador conocía los signos de las aguas
y las nubes
yo creo en la perseverancia de las redes
en la insolación del águila, en los vagones perdidos
en el tren de los actos y circunstancias
en lo no dicho




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