XX
Marina
Mar armonioso,
mar
maravilloso,
tu
salada fragancia,
tus
colores y músicas sonoras
me
dan la sensación divina de mi infancia
en
que suaves las horas
venían
en un paso de danza reposada
a
dejarme un ensueño o regalo de hada.
Mar
armonioso,
mar
maravilloso,
de
arcadas de diamante que se rompen en vuelos
rítmicos
que denuncian algún ímpetu oculto,
espejo
de mis vagas ciudades de los cielos,
blanco
y azul tumulto
de
donde brota un canto
inextinguible,
mar
paternal, mar santo,
mi
alma siente la influencia de tu alma invisible.
Velas
de los Colones
y
velas de los Vascos,
hostigadas
por odios de ciclones
ante
la hostilidad de los peñascos;
o
galeras de oro,
velas
purpureas de bajeles
que
saludaron el mugir del toro
celeste,
con Europa sobre el lomo
que
salpicaba la revuelta espuma.
¡Magnifico
y sonoro
se
oye en las aguas como
un
tropel de tropeles,
tropel
de los tropeles de tritones!
Brazos
salen de la onda, suenan vagas canciones,
brillan
piedras preciosas,
mientras
en las revueltas extensiones
Venus
y el Sol hacen nacer mil rosas.
De: Costas Normandas (1903).
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