lunes, 26 de septiembre de 2016

VICTORIA LOVELL




Una línea de Kavafis en dos movimientos



Primer movimiento

Recuerda cuerpo el pulso exacto de la lira,
en el epitalamio yaces exhalando el aroma
que supo abrirse ante el roce de los labios.
Libando del gemido te adentras
en la pulpa del tiempo
que otrora fue de los amantes.

Segundo movimiento

Al cuarto círculo ascienden los obstinados.
Antesala de azulejos ¿suma de colores?
Dos puertas simétricas a la hora señalada
imaginería hospitalaria en gama de grises.
Tubos que se ramifican en tubos que
descienden en sondas y ese estertor
no me pertenece ni la piel ajada
que resta después de una convulsión atroz
que dispara al sentido;
reconozco mis pulsaciones
en esa otra mano tan frágil como la mía
sobre un Ford 37 el recuerdo se petrifica
abrazado por tu padre estabas.
Me sostengo en una línea de Kavafis
recuerda cuerpo no sólo cuánto
profano rezo el mío
recuerda cuerpo fuiste amado
no reconozco a ese cuerpo arrojado sobre las sábanas
ni a este otro.
No es Madame La Mort, demasiado espacio
ocupa la elegida, no es la muerte ni mors
es la A de ausencia
es el sutil devenir de la descomposición
la perversa lentitud con que el tiempo
nos apresa.



De: “Desde el hastío”

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