Tercera orilla
Si
hemos de callar todo este tiempo
que sea
para siempre.
Tú
dirás que no es posible hablarme con el cielo mojado
y que
ahora que empieza a inundarse
no
puedes distinguir si son tuyos
o míos
los
cielos que se abren,
los
mares que se aproximan a la catástrofe.
Si es
por eso que se te enmudecen los ojos y las manos
y andas
ciego de voz
y las
palabras se vuelven mariposas
que te
enredan la garganta,
si es
por eso,
que sea
para siempre.
Yo por
mi parte
puse
las manos sobre una piedra oscura
sin
saber que iba a morir,
que iba
a ser un acto milagroso despertar
para
suplicarte que no estallaras,
que no
estallaras
mientras
estuviera envuelta
en esa
niebla que escogiste respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario