en el
polo los cazadores de pieles acechan a las focas
recién paridas son despojadas de sus crías
apaleadas las capturan antes de cumplir diez días de vida
antes de perder el primer pelo
recién paridas son despojadas de sus crías
apaleadas las capturan antes de cumplir diez días de vida
antes de perder el primer pelo
las de
capa blanca nacen sobre témpanos flotantes
desde lejos
sólo pueden distinguirse los discos de carbón de sus ojos negros
de su nariz mojada
desde lejos
sólo pueden distinguirse los discos de carbón de sus ojos negros
de su nariz mojada
con la
pelusa del hielo de ellas mullida
en los cuentos infantiles se hacen escarpines para nubes
pero este vestido y su tierna pulpa nada duran
en los cuentos infantiles se hacen escarpines para nubes
pero este vestido y su tierna pulpa nada duran
lobas
tubulares
las madres marinas que amamantan
aúllan ante los garrotes pero no huyen
las madres marinas que amamantan
aúllan ante los garrotes pero no huyen
así es
mi agonía
tú
pielero del ártico
hábil en el manejo de las varas
tú permites que sangre
y arrastre el pecho impulsada por mis aletas cortas
por mi largos bramidos
pielero del ártico
hábil en el manejo de las varas
tú permites que sangre
y arrastre el pecho impulsada por mis aletas cortas
por mi largos bramidos
al filo
de la mole de hielo
apenas quieres la piel del lomo que apaleas
apenas quieres la piel del lomo que apaleas
en el
polo
el sol
cae como una puerta de hierro
aldaba el mar aldaba el día
aldaba el mar aldaba el día
en el
cielo
no hay
pájaro que sospeche la crueldad del corazón humano
De: “El trazo de las cobras”
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