Poema
A
lo mejor hay una línea que sobrevuela la muerte
y
respira en el poema.
De
pie ante un destino que muge,
los
trémulos ojos de extranjero
detenidos
en el recibidor. La espiral de insignias y sellos
que
nada dicen de nuestro nombre apenas entrevisto.
Cuando
de pronto, sin consultarnos, se nos echa de la vida
con
la casa a medio hacer
o
la pavesa de lo nunca sido entre los dedos.
Soñando
con sujetar lo que veloz y fugazmente bate
en
la opacidad del verano
nos
confiamos al metal que cede en la hoja,
ligamento
de una otredad que libremente gesticula,
agua
llevándonos río abajo a una inviolada memoria.
Negados
astros resbalan de nuestro índice
-poder
incierto de las gloriosas aguas,
satélite
ebrio de días siempre inaugurales–
y
es nuevamente pura la confusión de los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario