lunes, 20 de abril de 2020

CARMEN NOZAL





Tengo una voz



Tengo una voz oscura y triste
por la ausencia del mar.

La palabra llega y sucede otra palabra
que nombra las cosas tangibles de este mundo.

Las deshace al pronunciarlas
y el agua se vuelve gota.

Una lágrima surca el rostro de la roca
y esa piedra adentro de mi pecho se conmueve.

Algo de humanidad habita en lo que nombro.
Y me llaman las cosas ajenas a este mundo.

Aquéllas que parecen no estar nunca
cuando todo se derrumba.

Un susurro palpita en mi pecho,
se desvanece y surge.

Es una estancia breve
esa vibración en este cuerpo.

La voz viene de la profundidad
desplegándose como las alas de un ave desconocida.

Alguien se aproxima a ella:
no existiría la voz sin un oído.

Algunas letras cortan flores, las desangran.
La lengua es un látigo para domar la lengua.


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