domingo, 12 de diciembre de 2021

ILARIE VORONCA

 

 

La mujer viva

 

 

Quiero luchar contra vosotras, fuerzas
de la desgracia, fuerzas tenebrosas de la muerte,
térreas máscaras de la epidemia,
hambres y sed más pesadas que un cadáver.
Angustias
el sudario de vuestras llamas sobre los delirantes cuerpos,
os convoco aquí, os hago frente,
me acerco riendo al lecho del agonizante,
su boca, sortija de oro en el dedo de la noche,
su cabellera, temblorosa respiración, sus pupilas,
piedras trazando círculos en el agua de su rostro,
belleza, heme aquí con las manos llenas
de caricias más perfumadas que un jardín, heme aquí,
los labios, una alabanza para cada uno de tus contornos,
la muerte nada podrá, abandonará esta habitación.

¡Ah! Voy a someteros, monstruos, voy
a pisotearos,
incluso si adoptáis rasgos humildes: miseria,
enfermedad, injusticia, fatiga, incluso si
vuestras garras se ocultan bajo el terciopelo de la piedad,
entro en el tugurio, en el patio sofocante,
la prisión, el hospital, el tormento, el suplicio,
el frío, la sangre, los remordimientos, las heridas,
el vientre de la mujer donde nace un sol
y el hombre que maldice el pan, y el hombre
a quien el sueño ara mejor que un arado,
la garganta, cuando abandona la voz, como un hueco de árbol
el seno cortado en dos por un puñal de leche,
el fango, el ojo ciego, el agujero de obús, la gangrena
¡Yo os destierro! Y digo: “levántate y anda” al enfermo
y el enfermo es el rayo que quema sus muletas,
la imagen de lo lejano embellece las palabras
y lo cercano es suave en este apaciguamiento.

Mujeres, he aquí el día, su cetro y su corona,
vosotras sois los escaparates que iluminan la calle,
y todos vosotros, muchachos, adolescentes, ancianos,
ved cómo os acogen en las casas alegres,
he aquí las ciudades orgullosas del amor, de la gracia,
¡ah! la muerte y la miseria caen extenuadas.

 

 

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