A la muerte de Victoriano Lorenzo
Atado! y ¿para qué? si es una víctima
que paso a paso a su calvario va
lo lleva hasta el banquillo la república
y con ella en el alma a morir va.
Atado! y ¿para qué? frente al suplicio
los soldados esperan la señal,
el plomo romperá su pecho heroico
que ostentaba lo enseña liberal.
Marcha a su lado el sacerdote trémulo
hablándole del cielo y de perdón
lleva un Cristo en las manos, y está pálido
murmurando en silencio una oración.
El sigue su camino siempre impávido
sin el hondo sufrir del criminal
libre nació bajo sus grandes árboles
y en ruda lucha defendió su ideal.
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