Estaño
Entre
las piedras, brotadas de musgo,
se estancó la pena,
como agua de lluvias desmemoriadas,
Flor
malsana,
mujer eterna, abandonada y obscura
mano de pétalos de aluminio.
Caravana
de polvo, siniestra,
multitud de agujas envenenadas,
rebozo gris, gabardina de ocaso,
Mis
dedos tranquilos y castos,
desdoblaron del arpa terrosa
sonidos de cuerdas vencidas.
Fue
la pócima de niebla,
óleo de rosas negras,
enloquecidas sobre mi frente. . .
sellada por siete sellos de plata.
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