viernes, 18 de abril de 2025

OLALLA CASTRO

 

  

 

III

 


Me mantienen viva unos paños de tela:
los mismos bajo los que aprieto mis pechos
para guardar el secreto
de sus formas convexas.
Mi nombre no es John sino Virginia.
Si alguien llegase a pronunciarlo
mi cuerpo jironado acabaría bailando
sobre un trozo de hielo,
después de pasar de mano en mano.
Con el cabello muy corto,
engolo la voz cuando digo “A la orden”
y, llegado el momento del licor y los naipes,
me retiro a un rincón
y remuevo en silencio mi cautela.
He buscado en los ojos de los otros
pedazos de mi miedo, en vano.
Estoy sola aquí.
De noche, oigo el hielo romperse
mientras los marineros fuman
y me untan con su risa pegajosa.
Oigo el hielo romperse y me pregunto
cuánto tardará este mundo agrietado
en urdir contra nosotros su venganza.

 

 

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