Cancionerillo
africano
A Mimín
1
La
noche a la mañana
deja
la tierra verde,
que
marzo da una vida
y
otra el año que viene.
2
Salieron,
blanco limón,
pintillas
en los alcores,
perdidas
entre cien verdes,
trece
pobrecitas flores.
En
la punta de sus pétalos
lo
rosa asoma rubores.
3
Cada
año muere la tierra,
cincuenta
son la medida
más
corriente de los hombres
tres
meses la de la espiga,
una
mañana las flores,
horas
las moscas del día,
montan
siglos las ballenas,
y
tanta muerte es la vida,
igual
que estas alambradas
plantan
la libertad viva.
4
Todo
es aquí corto y tremendo: frío,
calor
y primavera.
Todo
cuanto es ya ha sido
en
el acto de ser.
Desierto
vencedor, seguro olvido:
dura
en las dunas tan poco el ayer
que
no importa el mañana,
lo
que ha de suceder
ya
fue. El moro piensa, frente a nada,
que
no hay nada que hacer.
5
Lanzan
sus lanzas al aire,
atrevidísimas
del tiempo amable,
hierbas,
canas de mil nombres,
tiernas
y fuertes de sus verdes sables.
6
Todos
estos planetas africanos
nunca
me fueron, hija, tan lejanos:
nunca
vi sol ni luna tan arriba,
justo
encima
de
quien los mira.
7
¡Qué
placer,
luna
nueva,
de
volverte a ver,
tan
tierna!
Rajita
de cebolla
que
a la noche das vida
todavía
prendida
de
la morena luz del día.
8
Siendo,
como lo es, tan vieja,
la
tierra ¡es tan joven!
Una
estación borra la otra,
no
se le notan los trotes.
9
Esta
noche creció un palmo la hierba
–la
niña ya es mujer–
tanto
que a los tres días de nacer
aquí
los cardos son ya de comer.
Esa
primavera lenta,
de
yemas y verdecer:
grises
orillas del Sena,
que
conociste anteayer,
humo
lento, rosa plata,
Elsa,
Anna, Claire
parece
aquí un canto muerto,
cuento
de antes de nacer.
Aquí
todo es violento,
cara
o cruz, frente o revés,
la
media tinta no existe,
el
tono fundido no es,
todo
ronco, bronco, duro,
hombres
hechos de una vez,
calor
o frío sin medio;
la
rambla, torrente o sed;
la
espiga nace rastrojo,
nada
cuenta la mujer.
Esta
noche creció un palmo la hierba
–la
niña ya es mujer–
tanto
que a los tres días de nacer
los
cardos ya son buenos de comer.
10
No
crece la tierra,
se
renueva,
pero
mientras crezcas
te
irá pareciendo
más
pequeña.
11
Por
los marzos, bozo verde;
en
abril, barba crecida.
Los
días ya van de largo.
¡Los
limones de la niña!
12
Tan
tuyos tus quince años
como
estas tierras
deben
de sentir suyas
sus
verdes hierbas.
13
Te
miro y no te creo
¡te
has hecho tan mayor!
Dejas
de ser renuevo.
Ahora
tienes nidos, en tus brazos tiernos,
y
te mece el viento.
14
¡Marzo
coloradillo,
marzo
barbilampiño,
marzo
contrario
marzo
lavado,
marzo
limpio,
marzo
fino,
marzo
recién nacido,
marzo
jilguero,
cómo
te quiero!
15
Ya
son tuyas tus ramas,
ya
son tuyas tus raíces,
ya
son tuyas tus hojas,
ya
son tuyos los aires.
Tuya
es la tierra
y
tuyo lo que sabes,
tuya
la savia,
tuyo
lo que no sabes.
¡Ánimo
vence en guerra
y
las ramas, raíces, hojas y aires!
16
Esta
primavera,
tan
nueva,
es
tataranieta,
tan
vieja,
de
la otra
que
te vio nacer.
Lo
mismo que tú eres
con
quince
abriles,
igual
y no igual
que
la que tuvo diez.
17
Cuando
naciste, Mimín,
ocho
de abril
de
tu mil novecientos veintisiete,
yo
era mil y mil
veces
más viejo que tú.
Ahora
no llego a tu triple
y
dentro de algún tiempo
ni
siquiera te doblaré.
Luego
los
años
nos
irán lentos
acercando
hasta
ser
otra
vez
lo
que fue.
18
Borreguitos
por los cielos,
verde
primavera nueva:
¡Borregos
por los oteros!
19
Tierra
con agua
da
color verde,
Tierra
secana,
pardilla
siempre.
25-3-42
No hay comentarios:
Publicar un comentario