La
noche
Por que duermas, hijo mío,
el ocaso no arde más:
no hay más brillo que el rocío,
más blancura que mi faz.
el ocaso no arde más:
no hay más brillo que el rocío,
más blancura que mi faz.
Por que duermas, hijo mío,
el camino enmudeció:
nadie gime sino el río;
nada existe sino yo.
el camino enmudeció:
nadie gime sino el río;
nada existe sino yo.
Se anegó de niebla el llano.
Se encogió el suspiro azul.
Se ha posado como mano
sobre el mundo la quietud.
Se encogió el suspiro azul.
Se ha posado como mano
sobre el mundo la quietud.
Yo no sólo fui meciendo
a mi niño en mi cantar:
a la Tierra iba durmiendo
el vaivén del acunar...
a mi niño en mi cantar:
a la Tierra iba durmiendo
el vaivén del acunar...
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