viernes, 1 de agosto de 2014

MAURICIO BACARISSE


 
 

Lectura



 

Corazón mío, no te exaltes.

Fija los ojos en el libro;

mira las gráciles letras, en la celulosa,

como las momias en los siglos.

 

Olvida el canto y la medalla.

(El rizo olía a miel de otoño.)

Aún le han de crecer al libro muchas yemas cuando

estés perdido en el reposo.

 

Todo será para la cifra.

Han de cifrarse tus latidos,

y han de ser piedras, como las que descansan

en las meditaciones de los ríos.

 

De: El paraíso desdeñado

 

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