martes, 23 de septiembre de 2014

ENRIQUE LARRETA



La laguna

 
Como temblor de sangre, cuando llega la hora
de la fiebre, ya es todo, la orilla, el junco, el viento,
la callada laguna, rojo estremecimiento,
penumbroso latir de luz que se evapora.

Ya vuelven y se apagan en fila voladora
los pájaros de fuego. Ya se acerca el momento
del confuso rumor. Hidráulico instrumento,
tañe por fin el sapo su tecla precursora.

Arrullos, parloteos. Estertores, graznidos.
Repique de las ranas en tirante salterio.
Crótalos de la muerte sobre los mismos nidos.

¡Oh música rasgada, tú me abres, tú me enseñas
el abismo de Dios y su doble misterio!
Voces negras y blancas. Alas de las cigüeñas.

 

 

 

 

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