A Conchita Rafael
Morales
Amo
las cosas que gastadas brillan
como si los crepúsculos se hubieran
quedado en ellas para siempre ardiendo.
como si los crepúsculos se hubieran
quedado en ellas para siempre ardiendo.
Los
bordes de las sillas afinados
por la devoción clara de los dedos.
Los vasos transparentes de servir
manantiales destantes.
Los pisos sometidos a la sombra.
Los trajes deshilados por el aire.
por la devoción clara de los dedos.
Los vasos transparentes de servir
manantiales destantes.
Los pisos sometidos a la sombra.
Los trajes deshilados por el aire.
Amo
su fatigada servidumbre
de diamante apagado,
la sumisa pasión de sus silencios.
de diamante apagado,
la sumisa pasión de sus silencios.
Amo
su alma de otoño que fue alta
y compartió los ojos del milagro.
y compartió los ojos del milagro.
Su
manera de darnos el olvido,
sin llanto ni violencia,
como una sabia cercanía brillando,
como la mano del amor sin nadie.
sin llanto ni violencia,
como una sabia cercanía brillando,
como la mano del amor sin nadie.
Amo
los libros viejos
manoseados por la luz,
los guijarros que caben en la mano
donde brillan paisajes lejanísimos.
manoseados por la luz,
los guijarros que caben en la mano
donde brillan paisajes lejanísimos.
Porque
va hacia el adiós su lenta música
se abrazan a la sombra sin gemir,
callando como el fuego olvidado de las lámparas
que quedan solas al llegar el alba.
se abrazan a la sombra sin gemir,
callando como el fuego olvidado de las lámparas
que quedan solas al llegar el alba.
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