Destinatario
perdido
Va el
muerto solo por las calles,
cómo
informarle sin que se intimide
cómo
decirle sin que se espante
que
las paredes ya no son paredes
que
los frentes de las casas no son lo que parecen,
y que
los aleros no prometen ya ningún alivio
a
quien expira sin aliento,
que
bajo la luz de los faroles
la
sombra que siempre tuvo
ya no
tiene quién la arrastre
y que
si cruza una ventana
no se
podrá ver en sus cristales,
cómo
decirle que a las puertas
les
han cambiado de dirección
que
no hay placas ni números
donde
puedan arrimarse los correos,
que
lleva en los bolsillos monedas falsas
y una
cédula ya sin trámites,
que
si nadie lo saluda
deje
de suponer una componenda
o que
todo mundo se volvió contra él,
que
la simple verdad que busca
golpeándose
como mosca entre los vidrios
chocándose
contra un poste porque sí,
topándose
contra cosas
que
nunca antes estuvieron allí,
ha
sido suspendida, dada de baja,
que
no espere que alguien le confirme
su
tragedia personal
que
ante los demás es un suceso baladí
que
no vale la pena,
como
tampoco vale la pena
que
ande como un alma en pena
por
un sitio y un lugar
donde
ya no hay nada por hacer
y del
que tiene que partir.
De: Brevario de amor oscuro.
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