Tarde
Tarde
lluviósa en gris cansado,
y
sigue el caminar.
Los
árboles marchitos.
Mi
cuarto, solitario.
Y los
retratos viejos
y el
libro sin cortar...
Chorrea
la tristeza por los muebles
y por
mi alma.
Quizá
no
tenga para mí Naturaleza
el
pecho de cristal.
Y me
duele la carne del corazón
y la
carne del alma.
Y al
hablar,
se
quedan mis palabras en el aire
como
corchos sobre agua.
Sólo
por tus ojos
sufro
yo este mal,
tristezas
de antaño
y las
que vendrán.
Tarde
lluviosa en gris cansado,
y
sigue el caminar.
Noviembre de 1919.
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