Me duele lo mismo el
peso del polvo
que el
caer del agua en la bañera,
el
ritmo de los alimentos
descomponiéndose
en mi estómago
y el
ácido rugir del viento por la tarde.
Me
lastima la facilidad con que se turban las flores de la casa,
el
ritmo con que el pasto se seca en el invierno,
la
disposición del jardín para desbaratarse a mi lado.
Me
lacera no encontrar más al hombre que era.
Me
devasta ver que no estaba apto
para el
mundo en el que vivo.
De “Escuela del vértigo”
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