Relato
Subí a
la montaña más alta
porque
quería volar
el
viento estaba suave y debajo de mí las tierras salvajes
me
esperaban ‒ verdes y grávidas
me puse
al borde del precipicio
esperando
que me crecieran las alas
estuve
allí
hasta
que el pelo se me puso blanco
pero
las alas no habían crecido aún
luego
dejé de esperar
y me
lancé al vacío con los brazos abiertos
y los
ojos cerrados
en ese
momento todos mis sueños se estremecieron
alarmados
se esforzaron mucho
se
transformaron ellos mismos en alas
y me
llevaron lejos hasta rozar las briznas
de las
hierbas
luego
se fueron haciéndome caer
al
centro del gran lago.
El agua
me acogió trasparente y virgen
y en
ella lavé mi dolor.
De: “Las mantas de Dios”
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