Canción
No piense nunca el lloroso
que este cantar dolorido
es un capricho tejido
por la musa de un dichoso.
No piense que es armonioso
juego de un estro liviano;
piense que yo no profano,
ni con mentiras sonoras,
las penas desgarradoras
del corazón de un hermano.
Una canción de dolores
me piden mis padeceres,
tal como ayer mis quereres
pidieron cantos de amores;
que así como son mayores
si se cantan los contentos,
así los tristes acentos
de las trovas doloridas,
si no curan las heridas,
amansan los sufrimientos.
Mis penas son tan vulgares
como esas espinas duras
que erizan las espesuras
de todos los espinares.
Más hondas son que los mares
Más hondas y más sombrías
que un horizonte sin días,
pues no hay abismo tan hondo
como el abismo sin fondo
de unas entrañas vacías.
No piense nunca el lloroso
que este cantar dolorido
es un capricho tejido
por la musa de un dichoso.
No piense que es armonioso
juego de un estro liviano;
piense que yo no profano,
ni con mentiras sonoras,
las penas desgarradoras
del corazón de un hermano.
Una canción de dolores
me piden mis padeceres,
tal como ayer mis quereres
pidieron cantos de amores;
que así como son mayores
si se cantan los contentos,
así los tristes acentos
de las trovas doloridas,
si no curan las heridas,
amansan los sufrimientos.
Mis penas son tan vulgares
como esas espinas duras
que erizan las espesuras
de todos los espinares.
Más hondas son que los mares
Más hondas y más sombrías
que un horizonte sin días,
pues no hay abismo tan hondo
como el abismo sin fondo
de unas entrañas vacías.
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