¡Mil
veces gracias! Una vez más mis ojos ha podido
aplacar sus deseos mirando tu rostro
Leal y pura, vuelves a ser la compañera de mi alma.
A veces pisan los viajeros el camino de la desgracia.
Pero el compañero de ruta no se inquieta por si sube o si baja.
Vale más sufrir en silencio por una pasión oculta
que confiarse a un compañero. Secretos hay
que no se depositan en corazones llenos de malicia.
Regocíjate si la presencia de la bienamada te ilumina.
Si la noche viene a envolverte de tristeza,
¡consúmete, oh, antorcha, pero brilla!
Con la ilusión de un beso, compra la dicha.
Salvará tu cuerpo y tu alma de las astucias del enemigo.
Largas horas y aun días me harían falta, ¡oh, mi amada!,
para decir la tristeza que ensombrece mi rostro
a causa del dolor con que me abrumas.
El canto del amor ha hecho conocer en Irak e Hijaz
la dulce melodía de los gazales de Hafiz.
aplacar sus deseos mirando tu rostro
Leal y pura, vuelves a ser la compañera de mi alma.
A veces pisan los viajeros el camino de la desgracia.
Pero el compañero de ruta no se inquieta por si sube o si baja.
Vale más sufrir en silencio por una pasión oculta
que confiarse a un compañero. Secretos hay
que no se depositan en corazones llenos de malicia.
Regocíjate si la presencia de la bienamada te ilumina.
Si la noche viene a envolverte de tristeza,
¡consúmete, oh, antorcha, pero brilla!
Con la ilusión de un beso, compra la dicha.
Salvará tu cuerpo y tu alma de las astucias del enemigo.
Largas horas y aun días me harían falta, ¡oh, mi amada!,
para decir la tristeza que ensombrece mi rostro
a causa del dolor con que me abrumas.
El canto del amor ha hecho conocer en Irak e Hijaz
la dulce melodía de los gazales de Hafiz.
De "Los Gazales de Hafiz"
Versión de Enrique Fernández Latour
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