Paréntesis
Cuando
nací el sexo fue un destino. No se puede elegir ser poeta.
De las
mujeres nunca amé a ninguna sin duda porque las amé en bloque. Fue un amor
largo y sin alegría. Ellas también me amaron sin deseo y sin gozo.
Las
miré con la nostalgia de una vida más bella. Cuando quise ser mejor quise ser
mujer.
Después
me olvidé. Devoré la costilla de Adán en la travesía del desierto. Fui hombre,
poeta, amé a otros hombres. Tuve hambre.
Llegué
a la playa de este mar eterno, al sur del Brasil. Mi olor es de sal virgen y de
yodo azul. Sé que una mujer devolverá al mar el pez con una moneda en la boca.
Ella
escribe mi poema. Yo aguardo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario