martes, 16 de abril de 2019

EDUARDO ANGUITA





Recuerdo de infancia



Los mendigos escapan del tallo de las plantas                                                                      
 en gruesas gotas de dignidad y mármol.
Vuelan por el día como los primeros leños
En el monumento espeso del aire de los suspiros.

Sobre los techos crecen a toda hora ciegos presuntuosos,
pero los hilos de un muerto extraño a la casa
los enredan y enseñan a caminar despacio.

Paciencia: mañana el difunto será convaleciente
y partirá desde su cuerpo
hacia la simplicidad de una voz
en la tiniebla endurecida.


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