Recuerdo de infancia
Los
mendigos escapan del tallo de las plantas
en
gruesas gotas de dignidad y mármol.
Vuelan
por el día como los primeros leños
En el
monumento espeso del aire de los suspiros.
Sobre
los techos crecen a toda hora ciegos presuntuosos,
pero
los hilos de un muerto extraño a la casa
los
enredan y enseñan a caminar despacio.
Paciencia:
mañana el difunto será convaleciente
y
partirá desde su cuerpo
hacia
la simplicidad de una voz
en la
tiniebla endurecida.
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