lunes, 14 de octubre de 2019

SAUL IBARGOYEN





Árboles



Volvemos a pasar
bajo los mismos árboles:
han de ser otros
el metal y la madera
y el barro de los pasos caminados.
Pasamos otra vez
bajo los mismos árboles
y aparece la aplastada
raíz que rompió antiguos
zapatos y las piedras
son planetas gastándose
que nadie intenta ahora recoger.
Nuevamente cruzamos
bajo las sombras
donde chocan sílabas
que apenas dijimos o pensamos
salivas ensuciadas sedimentos
restos masticados
de gritos y silencios.
Una hoja es
el rostro de otra hoja
y cada pétalo contiene
los terribles hedores
de la tierra.
Y volvemos a pasar
debajo de nuestros
propios cuerpos dormidos
(cerca del mar estuvimos
golpeados por las grandes
aguas que en estos días
suelen volcarse sobre la hierba).
Y no despertamos
para ver lo que ha quedado
como un espejo hundiéndose
en la enturbiada luz total
que lo alimenta.
Pasamos otra vez
y siempre lo igual
se sostiene diferente.
Y bajo los mismos árboles
cruzan los dientes de los muertos
sus huesos que nunca
dejaremos de tocar
sus carnes hambrientas rajadas
por un hierro sombrío
sus ojos donde siempre
estará nuestra memoria
su espasmo de amor
que no podremos repetir.
Pasamos otra vez
bajo los mismos árboles:
pasaremos otra vez
entre el lento sabor
de la muerte y de la lluvia.


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