Lluvia
Se
me antoja que hacía mucho que no la oía…
Ahora
la estoy escuchando.
El
sudor de la noche se desliza por los cristales.
Llueve
entre el vacío que dejan las ramas.
Quisiera
hallar una semblanza.
Y
en los ruidos y en los murmullos,
en
violines, flautas y guitarras
acecho
el eco incierto y turbador.
La
noche se ha desvanecido en otras noches
y
una tras otra, en su urdimbre,
van
cerniendo la lluvia y la arena menuda
como
si fueran cedazos.
Agotado
el pensamiento en su llama de lluvia tardía,
empalidece
y se consume como una vela.
La
ventana está enlutada por una haya
de
la cual pende entera la noche, como una bandera.
No
es el chirrido de las espadas que se afilan;
tampoco
el del sable que encuentra la coraza.
No
es el latir del corazón. No es
la
torre
ni
su reloj sonoro,
tejedor
inmutable del tiempo.
Parece
que es el alma
de
todos los ejércitos vencidos.
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