Cielo en rehenes
Te
miro sin dejar de contemplarte
Copo
de sol, espuma conjurada
Y
abro mi corazón de parte a parte
Para
ofrecerte jubilosa entrada.
Comprendo
que del caos fuera arrancada
La
esbelta luz; ignoro por qué arte
Puedo
en un solo pétalo labrarte
Con
dedos leves el primor de un hada.
De
nuevo el manantial de la belleza
Echa
a correr con sosegado porte
Contando
perla a perla su pureza.
Cielo
en rehenes, majestad sin corte;
Donde
en alto fulgure tu cabeza
Allí
está el girasol, allí su norte.
1951
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