Si un pequeño montón de tierra guarda
Si
un pequeño montón de tierra guarda,
merced
a Dios, el alma eterna y grande,
no
halla un objeto igual a su deseo
ni
encuentra paz en guerra tan continua.
Del
albergue veraz cierra a sí misma
la
puerta, y tanto baja cuanto sube;
y
entre escaleras vanas y falaces
del
laberinto humano, anda y delira.
No
tiene el fin del hilo de la vida
pero
trama y dispone, coge y suelta,
afloja
y tira de su tela frágil.
Mas
al deseo solo lo redime
de
la niebla mortal que lo entorpece,
la
fe en las cosas altas y divinas.
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