Jardín nocturno
La
mancha del cielo azul, sombras de árboles, sombras de nubes,
y
alrededor muros, ruinas, piedras que en el silencio
son
frío, si la mano, si el pensamiento las roza.
De
noche, retraído y apasionado,
contemplar
desde allí lo lejano.
Olvidado
de sí, hambriento del mundo,
vagar
entre luces, ciudades, veranos. Mas luego como
cuando
uno, sin saberlo,
extiende
por mares su corazón
y
regresa al solo sitio en que sueña:
ha pasado
el
tiempo, y sin embargo
está
el fulgor lunar sobre la vida. Así ilumina,
así
entristece viril
al
hombre la soledad de su delirio.
De: "Los adioses"
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