Epitafio a una mano de labrador
En
la pauta feraz del labradío
escribiste la música del trigo.
Tu
erudición de soles y trabajos,
predicando palabras de sudor,
halló crucifixión en el arado.
La
noche de tu artesa repoblaste
con universos lúcidos de panes.
La
amistad cotidiana de la tierra,
contagiándote toda, de tus dedos
hizo las cinco puntas de una estrella.
Crispada
estás cual remansado río.
La eternidad es tu primer domingo.
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