Tú
diminuto
desde tu estatura solar
peregrinas debajo de mi piel;
subes, desciendes
navegas por mis venas;
vas hundiendo tu huella
en un itinerario sin fronteras.
Te sientas en mis bosques pulmonares,
intercambias silencios con mis nervios
aspirando mi sed a sorbos bien pequeños.
Mi pasión oxigena el deletreo
de la palabra incierta.
Todo es luz allá adentro;
mi corazón ardiendo.
El viento de tu espalda me golpea.
Ya no estás frente a mí
ya te estás yendo.
Una lluvia se larga a murmurar
por parajes desiertos20
y en mi almohada se queda
tiritando el deseo.
Febrero de 1994
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