La
paloma en cautiverio
Pobre
paloma inquieta, te compadezco;
Y cuando oigo tu gemido lastimero,
Lloro por tu cautividad,
Y en tus aflicciones olvidar la mía propia.
Para
verte estar preparada para volar,
Y batir aquellas alas tuyas inútiles,
Y la mirada distante en el cielo,
Derretiría el corazón más duro que el mío.
En
vano ¡en vano! No puedes ascender:
El techo de tu prisión te confina allí;
Sus hilos delgados engañan tus ojos,
Y apaga tus ansias de desesperación.
Oh,
tú fuiste hecha para vagar libre
En el soleado prado y por el umbroso bosque,
Y más allá del mar agitado,
En climas más lejanos, ¡para errar a voluntad!
Sin
embargo, has tenido al menos un compañero amable
Tu corazón un poco desanimado para alentar,
Y compartir contigo tu estado cautivo,
Para que pudieras ser feliz ahí.
Sí,
hasta ahí, si, escuchando al lado,
Una querida compañera fiel de pie,
Mientras miraba en su ojo completamente brillante,
Tú podrías olvidar tu bosque nativo
Pero
tú, pobre paloma solitaria,
Debes realizar, desatendiendo, tu gemido sin alegría;
El corazón que la naturaleza formó para amar
Debes sufrir, abandonada y sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario