No
vi a un hombre perdido
con
las manos puestas en la cabeza
levantándose
en un día equivocado.
Tampoco
vi al rechazo
como
el compañero de escuela
al
que uno debe de ignorar.
Ni
vi a la decepción
fumando
sus últimos cigarros
ahora
que comienza a ser más vieja.
Ni
el futuro se veía
como
un muro tan alto
al
que nadie podía rodear.
Tampoco
vi al sueño resignado
por
no volver a tocar la cama,
ni a
la vergüenza
escondiendo
de nuevo sus manos rojas.
-
Y te lo juro -
No
vi a la desesperación
acomodando
pedazos de palabras
en
una solicitud de empleo.
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