domingo, 19 de enero de 2025

ÁNGEL DÍAZ

 




 

No vi a un hombre perdido

con las manos puestas en la cabeza

levantándose en un día equivocado.

 

Tampoco vi al rechazo

como el compañero de escuela

al que uno debe de ignorar.

 

Ni vi a la decepción

fumando sus últimos cigarros

ahora que comienza a ser más vieja.

 

Ni el futuro se veía

como un muro tan alto

al que nadie podía rodear.

 

Tampoco vi al sueño resignado

por no volver a tocar la cama,

ni a la vergüenza

escondiendo de nuevo sus manos rojas.

 

-    Y te lo juro   -

 

No vi a la desesperación

acomodando pedazos de palabras

en una solicitud de empleo.

 

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