Omisión
Te
kiero, perra, dijiste, y las balas me atravesaron
vas
a soñar con mis incisivos en tu garganta
filo
sobre filo
hasta
sofocar el minúsculo territorio donde la voz ya no cabe
pero
sí la seguridad de la destrucción.
Ansiabas
ver todo teñido de rojo
los
adoquines, el filo de la vereda
mi
mano que aún palpitaba en la tuya.
Se
abalanzaron las moscas.
Querían
beber lo que se regaba de mí
mientras
me perdía en tu peligroso edredón de plumas.
Te
kiero, perra, dijiste, y me vas a soñar para siempre.
No
me duelen las balas ahora
ni
el reguero de sangre
ni
el cuerpo vaciado.
Lo
que hiere es el tiempo en que alargas mi noche
la
quietud con que guardas mi pesadilla
esa
duda que fuiste al mirarme nacer.
De: “Doble filo”
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