martes, 21 de enero de 2025

HUGO OQUENDO-TORRES

 

 

  


El sueño de Adriana

 



Habita al pie de la nubada montaña,

   en cuyas cimas

                          descollan los yarumos.

Mientras Adriana duerme en su cabaña,

a través de la ventana

      los hilos de luz

              sobre su cama posan delicados,

como con la misma delicadeza

                   con que la pijama la cubre.

A su costado izquierdo

                        dormita una loba negra,

a la diestra una cierva joven;

               el cobertor de lana cae al piso,

   debajo reposan un zorro y un conejo.

 

Cuando en las primeras gotas

                       se anuncia la dulce lluvia,

Adriana recoge sus hombros

                   para abrigarse en el sueño.

El viento bate las cañas

                             y las espigas ondean,

frente a su rostro la lluvia arrecia,

   envolviendo en su vientre

                                  praderas y colinas.

Lupa bosteza

                    y Cerinea una vuelta se da.

 

En el momento que escurre el tiempo

                                sobre el frío tejado,

   de modo fugaz cae granizo.

                          Tras de sí el silencio.

El cielo se despeja,

relucen de nuevo las colinas,

                una garza surca el horizonte,

Adriana despierta y me pide café.

 

 

 

 

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