domingo, 26 de enero de 2025

IVÁN URIARTE

 

 

 

La campana de cristal

 


Los suicidas van buscan cualquier innominado lugar para recojerse definitivamente

porque en el mundo no hay lugar para ellos: sólo la marginal fosa, el desierto, el estanque,

la estepa, el fondo del mar pueden cobijarlos.

Silvia Plath, encontró temprano refugio en una campana de cristal que inventó a su medida,

campana cuyo aire terminó angustiándola; comenzó entonces a acopiar píldoras, a tener

fantasías de muerte pasando revista a los más sofisticados métodos de auto-inmolación.

El hara-kiri le pareció ideal, el rito perfecto, la autoseducción.

En busca tal vez de la daga ritual, después de una noche de charla e insomnio en casa,

a las seis de la mañana dejó pan con mantequilla y leche en el cuarto de sus niños.

Cerró la puerta y ventana de su cocina y después de taponear bien las rendijas con

toallas destapó el horno de la estufa, metió su cabeza y abrió la llave del gas violentamente.

 

 

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