El
límite
Mi
hija me preguntó
si
le había traído un chicle.
Le
contesté que no traía,
pero
que me hallaba aquí.
Replicó
que una cosa era yo
y
otra muy distinta el chicle.
Le
advertí que no podía
estar
siempre a la espera de algo.
Ella
me corrigió:
“De
algo no, de un chicle.”
Y
pese a que el sol brillaba
y
los pájaros cantaban sin escuchar del todo
y
que el pasto en el parque era de un verde codicioso,
mi
hija lloraba como una regadera.
Existe
un mundo feliz y otro infeliz,
y en
medio de ambos, un chicle.
De: “En una de las paradas del tiempo”
Versión
de Reynol Pérez Vázquez.
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