Esta
noche
Esta
noche he abandonado mis dedos delante de un piano,
he
interpretado los cantos de los muertos
y he
sonreído después del murmullo,
después
de la conciencia, después de las sombras suicidas.
Esta
noche he leído las palabras entre los restos de mi cuerpo,
la
luz negra de mis días luminosos,
los
relámpagos de mi piel que me bendicen antes de morir.
Todos
los verdugos del mundo me han condenado discretamente.
Y
mientras escucho el murmullo del viento,
mi mente
ha sido barrida por unos labios extraños.
Yo
sé que mi escondite secreto se encuentra bajo la sombra del mar.
Los
líquenes me han confesado su impaciencia.
Bajo
las aguas no se pueden escuchar las palabras del viento.
Entre
estos restos busco mis huellas marchitas, mi propio olvido,
la
naturaleza secreta de las cosas y un brote de claridad después del fin.
Soy
un prisionero de esta guerra perdida,
pero
nadie quiere ya supervivientes.
Así
que tendré que escuchar mi propio murmullo, mi propia forma de luz.
Esta
letanía oscura que me arrastra hacia los días sin salida,
hacia
los témpanos de hielo, hacia la ruptura de todos los cuerpos imaginarios,
se
halla entre mis dedos, cuando simulo tocar el piano a medianoche,
cuando
escucho las campanas de una iglesia que anuncian el fin de la eternidad.
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