viernes, 4 de abril de 2025

JESÚS MONTOYA

 

  

Escuro

 


A mi león de piedra debo darle con el fuelle. Se levanta conmigo al mediodía en la desnudez del pueblo, abre la boca y se encorva, cerca de la plaza, a observar la lárica procesión de lo igual. Es esclarecido porque algo lo magulla. Brebaje debo darle a su dureza para que se asiente. Ambidiestro a mi gesta es mi animal. Y algo lo magulla. Lo borroneo para derruirme padre al lacrimal de la simiente carmesí por la que subimos. Una avalancha disímil nos dibuja el mundo. Como lo que tuve antes hurgarme, así de solo, un personaje en la abstracción timorata de las hormigas nos cuenta. Nunca vimos más al grandilocuente que llamó a las ocho de la hiel para decirnos que no tiene cómo darle de comer a sus crías en la pequeña Venecia. Estaba arrebatado, como la zanja por la que chorrea petróleo en la cáscara del prócer. A mi león debo atarlo en crisis. A las afueras, en la lectura de Teillier en segunda lengua, nos dicen que vayamos a la doctora de nombre túnico, para explicarle que del otro lado del charco estamos tan escuros. Mi león y yo somos máculas de estrellas errabundas que desesperan por darnos una señal. A mi sacristán debo cortarle las uñas, peinarle la melena y cubrir su desespero con una larga cobija que compré en mi primer invierno brasilero. Los nombres propios hemos de pronunciar mientras nos despachan como tristes globos bajo la tormenta. En el soliloquio, acariciado por las ánimas, leeremos con temerosa gracia las parodias de Adília Lopes, y alrededor del volumen, la siguiente frase de Pablo de Rokha: soy el hombre casado que inventó el matrimonio. Inmóvil, mi león castrado contempla los cortes de todos los volúmenes que desvariamos. El incorruptible del lar. El loco el pueblo nos ha visto pasar y no he podido, en la suma del oleaje, mostrarle mi lengua mutilada. Pero todos han visto a mi león verde, nuestro alquímico trino de olivar. Todos lo han visto como una atracción voraz del pensamiento. El taller de su tino. El dictamen de la polaridad. La ida que nos dieron, que nos diagnosticaron, que nos atraganta de pastillas.

 

 

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