Hospedaje de paso
Nunca
he conocido a los inquilinos de mi vida.
No
he sabido cuando salen, cuando entran,
en
qué estación desconocida descansan sus miserias.
Las
mujeres han salido de este cuerpo a los portazos
quejándose
de mi tristeza,
en
algunas temporadas se han quejado de humedad
de
mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.
Se
marchan siempre sin pagar los inquilinos de mi vida
y el
patio queda nuevamente solo
en
este hotel de paso donde siempre es de noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario