lunes, 19 de mayo de 2014

GIOCONDA BELLI





Esto es amor

 
"Esto es amor, quien lo probó, lo sabe"

Lope de Vega

 


La mente se resiste a olvidar las cosas hermosas,

se aferra a ellas y olvida todo lo doloroso,

mágicamente anonadada por la belleza.

No recuerdo discursos contra mis débiles brazos,

guardando la exacta dimensión de tu cintura;

recuerdo la suave, exacta, lúcida transparencia de tus manos,

tus palabras en un papel que encuentro por allí,

la sensación de dulzura en las mañanas.

Lo prosaico se vuelve bello

cuando el amor lo toca con sus alas de Fénix,

ceniza de mi cigarro que es el humo

después de hacer el amor,

o el humo compartido,

quitado suavemente de la boca sin decir nada,

íntimamente conociendo que lo del uno es del otro

cuando dos se pertenecen.

No te entiendo y quisiera odiarte

y quisiera no sentir como ahora

el calor de las lágrimas en mis ojos

por tanto rato ganado al vacío,

al hastío de los días intrascendentes,

vueltos inmortales en el eco de tu risa

y te amo monstruo apocalíptico de la Biblia de mis días

y te lloro con ganas de odiar

todo lo que alguna vez me hizo sentir

flor rara en un paraíso recobrado

donde toda felicidad era posible

y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,

abandonado ya meses al sonido de besos

y palabras susurradas o risas a la hora del baño.

Te añoro con furia de cacto en el desierto

y se que no vendrás

que nunca vendrás

y que si venís seré débil como no debería

y me resisto a crecerme en roca,

en Tarpeya,

en espartana mujer arrojando su amor lisiado para que no viva

y te escondo y te cuido en la oscuridad

y entre las letras negras de mis escritos

volcados como río de lava entre débiles rayas azules de cuaderno

que me recuerdan que la línea es recta

pero que el mundo es curvo

como la pendiente de mis caderas.

Te amo y te lo grito estés donde estés,

sordo como estás

a la única palabra que puede sacarte del infierno

que estás labrando como ciego destructor

de tu íntima y reprimida ternura que yo conozco

y de cuyo conocimiento

ya nunca podrás escapar.

Y sé que mi sed sólo se sacia con tu agua

y que nadie podrá darme de beber

ni amor, ni sexo, ni rama florida

sin que yo le odie por querer parecérsete

y no quiero saber nada de otras voces

aunque me duela querer ternura

y conversación larga y entendida entre dos

porque sólo vos tenés el cifrado secreto

de la clave de mis palabras

y sólo vos pareces tener

el sol, la luna, el universo de mis alegrías

y por eso quisiera odiarte como no lo logro,

como sé que no lo haré

porque me hechizaste con tu mochila de hierbas

y nostalgias y chispa encendida

y largos silencios

y me tenés presa de tus manos mercuriales

y yo me desato en Venus con tormentas de hojarasca

y ramas largas y mojadas como el agua de las cañadas

y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia

y sabe que ya no hay nubes,

ni evaporización,

ni ríos,

que el mundo se secó

y que no volverá jamás a llover,

ni habrá ya nieve o frío o paraíso

donde pájaro alguno pueda romper

el silencio del llanto.

 

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