lunes, 19 de mayo de 2014

RUBÉN DARÍO


 
 

Triste, tristemente
 
 

Un día estaba yo triste, muy tristemente
Viendo cómo caía el agua de una fuente;

Era la noche dulce y argentina. Lloraba
La noche. Suspiraba la noche. Sollozaba

La noche. Y el crepúsculo en su suave amatista,
Diluía la lágrima de un misterioso artista.

Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,
Que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.

 

 

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