Lo otro
Cuando
temblando estoy por acabarme
bien,
boca abajo, dándome de dientes,
entonces
siento por la dura vía
la
carroza propicia, su motor
palpitante
y puntual, trayendo pruebas
del
límite del mundo, con mis letras
borradas
por las flores. Pero un árbol,
sólo
uno en su sitio bastaría
para
situar sin miedo la otra tierra.
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