Nostradamus
Es
un poema el futuro:
temblor que se invoca
con el fin de apartarlo,
fantasma conjurando la lengua,
monstruo hueco que en lo hueco se esconde.
Quise alejar esto muerto,
lanzar lo que había visto
‒dos brotes de peste,
mis hijos y mi esposa en el mismo ataúd‒
como una piedra plana sobre el mar.
Que en el agua saltase cinco veces
y se hundiese después.
Intenté
desviar mis ojos de sus ojos redondos,
cubrir con la palabra, sábana blanca,
aquel cuerpo tan frío.
Y, si os entregué este miedo
‒vieja de luto, lluvia de ranas,
sangre mezclada con leche,
serpiente de cascabel‒,
fue solo para poder continuar.
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