Versos
escritos desde casa
Aunque
este bosque sea sombrío y húmedo su suelo,
recubierto de una capa de densas hojas desprendidas,
y sea tan frío el viento que lo recorre,
con su melancólico gemido salvaje;
existe
un tejado amigable que conozco bien,
capaz de protegerme de las ráfagas invernales;
existe un fuego cuyo resplandor malva
me animó en mis merodeos pasados.
Y
así, aunque todavía allí donde voy
mis ojos se cruzan con frías miradas extrañas;
cuando mi espíritu se hunde en el desaliento,
se incrementan las visiones extrañas;
aunque
la soledad, al prolongarse,
le ofrece alegrías a la juventud, enseguida decae,
y ha convertido la alegría en un sabor extraño,
y nubla a diario mi mediodía;
cuando
los pensamientos amables regresan
como un flujo desanimado a mi pecho,
sé que existe, aunque esté muy lejos,
un hogar donde alma y corazón descansarán.
Allí
me esperan manos cálidas, abrazos,
que ni el corazón más cálido logra anticipar;
allí la alegría, lo verdadero y la amistad resplandecen
ante unos labios sonrientes y el ojo más sincero.
El
hielo que se acumula envolviendo mi corazón
se descongelará, y con qué dulzura regresarán
las alegrías de la juventud , que ahora parecen
desvanecerse, cómo animarán de nuevo mi alma.
Aunque
queda mucho, esta idea es ya
mi esperanza, mi consuelo en todo momento;
mientras la imagen de este hogar permanezca,
¡en mi corazón no volverá a entrar la desesperanza!
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