lunes, 9 de diciembre de 2024

SANDRO COHEN

 

 

 

 

Y si no me bendices con tus garras…

 



Y si no me bendices con tus garras

de terciopelo, dientes que me inventan

con cada trozo de mi carne, dura

en el altar perfecto de tu boca;

si no me abrazas, con tu muerte líquida,

la lisa superficie de mi sangre

a presión entre el vaso y sus esclusas,

la leche que no encuentra la salida,

la tinta que renuncia a los azules,

el agua que se priva de su sangre…

si no me vienes a erigir tu esclavo,

el que limpia tus botas con saliva

de sereno candente, que recorre

la lengua por tus piernas enlodadas

para probar la gloria de tu infierno;

si no te hincas como diosa virgen

y vencida a mis pies que, victoriosos,

pisan tu pecho inflado de miradas

que cualquiera te ha puesto sin pensar;

si no eres luz y oscuridad tejidas,

un solo torbellino de fracaso

triunfante entre los brazos más desnudos

de un cuarto desvalido, que amanece

solo por el calor de nuestros cuerpos;

no soy nada, ni el blanco de la sombra

que dejas al pasar por una calle

o el mismo cielo donde naufragamos

tantas veces, felices, en tinieblas.

 

 

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