Frente
a la tiendecita del barrio
Al anochecer
frente a la tiendecita del barrio
con
una cerveza en la mano, dos de ellos llevan conjuntos deportivos,
uno
trae puesto un pantalón corto y dos más
visten
de traje, sus sacos echados
sobre
el hombro, como presa trivial del día.
Están
sin afeitar. Los pelos atraviesan afables
la
pulida apariencia de oficinista y devuelven
los
rostros a la jungla.
Están
hablando de fútbol, de política,
nada
importante.
Ríen,
socorren a sus palabras con las manos.
El
silencio se despeja con sus gestos, el crepúsculo
se
ha arrastrado hasta la tiendecita,
pero
aún se oculta en las sombras, extingue
desde
lejos su letrero de neón.
Los
tilos exhalan el calor sofocante.
La
chica está apoyada sobre los codos en el mostrador,
llena
alguno que otro vaso y lo entrega.
Está
distraída. Es invisible. Un silencio imperceptible
entre
el grupo. Sin embargo, de cuando en cuando
ella
se ríe de algún chiste
y
por los ojos de los cinco
pasan
antorchas. Es verano.
Cada
quien se apresura a olvidar eso
que
recordará para siempre.
De: “En una de las paradas del tiempo”
Versión
de Reynol Pérez Vázquez.
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