en
el número veintinueve bis
donde se sonrojaban los años y el botones
me comía unas galletas de sal
unas horas volcadas unas horas a veces
unas mismas horas unas horas yo sola
unas
horas de lana
pero
si tú venías si tú silbabas
las palomas auguraban la arena
tiernamente callada
gorgojosamente azul
me
mordía las puntas del pelo y de los días
de espaldas a cualquier polluelo o llave
sin importarme la veloz esquina
que arramblaba la luna de lo oscuro
y las aceras se volvían lilas
entonces
tú tirabas de mis pies
me hablabas por detrás de algún sonido
el timbre de alguna fábrica cerca
o el dibujo de algún niño en el aire
de
vuelta en la estación sacaba del bolso una galleta
distraída
De:
“Duerme sobre mi espinazo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario