Pensar
el caracol
El
caracol avanza a empujones
por una noche verde, pues la hierba
está cargada de agua y pone trabas
a la brillante senda que da forma,
donde la lluvia ha oscurecido
la tierra oscura.
Se desplaza en un bosque del deseo,
moviendo
apenas las antenas ocres
cuando caza. No sé decir
qué fuerza le espolea a su labor,
sin saber nada, ahí empapado a posta.
¿Cómo entender la furia
del caracol? Lo único
que pienso es que si luego
no
hubiera separado la hojarasca
sobre el túnel ni hubiera visto
el reguero delgado
de baba blanca y quebradiza,
no habría imaginado nunca
una pasión tan lenta
para este lánguido progreso.
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