Alborada
para Rosière
Como
el vuelo de los fuegos hacia las islas del atardecer,
tus
encantos me han guiado a un dulce reposo
¡Rosière!
En tus labios muere mi única avidez,
dado
que el hastío me derrama en un deseo nebuloso.
Deposito,
en tus jardines, mis lágrimas de otro tiempo;
y de
tu dulzor, mis suspiros negros perderán la fe.
Pero
en la lluvia del olvido donde nuestras sombras se extravían,
vendré,
céfiro, a rozar tus miradas.
¡Mírame
desamparado, pobre, pájaro naufragado!
a tu
corazón le digo: ya no puedo nadar…
acude
con tus profundos latidos a mi alma,
acude,
acude. Y sácame de estas infames aguas.
El
amor me ha mordido, solo tú puedes curarme;
Y
esta noche, tus flores hacen que mi dolor perezca.
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